Ejemplo de perseverancia

Cristiano Ronaldo

Siempre me aburrió el mal uso de la rivalidad entre Messi y Cristiano Ronaldo. Una pugna histórica viciada por la pelea eterna entre el Barça y el Real Madrid. Tanto ruido nos impidió disfrutar en toda su magnitud de la magia de un pulso parecido al que libraron Magic y Bird en la NBA o al que aún mantienen Federer y Nadal en el tenis. Siempre tratamos de devaluar a uno para ensalzar a otro sin darnos cuenta que esto que está pasando en el fútbol de esta época no se repetirá jamás, que no es habitual un duelo entre leyendas en busca de los mismos objetivos. No hay muchos partidos en el Olimpo. Jordan y LeBron no han coincidido en el tiempo. Messi y Cristiano sí.
En el contexto de esta maravillosa carrera hacia la eternidad, vimos un gol de esos que llegan al fondo del alma de un aficionado al fútbol, como la canción que siempre tararea el melómano. El gol de Cristiano en Turín se recordará siempre porque el buen hincha tiene siempre un repertorio a mano al que asomarse para ser feliz. Forma parte ya de la pinacoteca del fútbol. El lance técnico lo tuvo todo: belleza, equilibrio, acierto, fuerza, plasticidad. Lo hizo en el partido que es un Clásico del fútbol europeo, un Juve-Madrid, el segundo que más veces se jugó en Copa de Europa, a un portero mítico como Buffon, en cuartos de final de la máxima competición por clubes del mundo, en un partido trascendental.
El colofón fue la reacción del público de Turín. Se puso en pie para aplaudir al delantero portugués, que se tocó el corazón tras ver a la grada así. A él, por su manera de ser, por su escasa capacidad para generar empatía, siempre le negaron el pan y la sal. Momentos así no se olvidarán nunca. Después le felicitó Buffon, su víctima. Merece le pena vivir para ver cosas así, para disfrutar del deporte.



Fue el gol que tantas veces intentó. Y la grandeza de Cristiano no fue firmar esta chilena inmortal en un día tan señalado. El verdadero valor de Ronaldo no debería medirse por ese salto hacia el cielo. Cristiano muchas veces la pegó al aire, cayó de espaldas, se dio con el trasero en el césped, se llevó la mofa de la afición rival, incluso a veces de la suya propia. Y no desfalleció. Siguió persiguiendo con ahínco el prodigio hasta que logró uno de los goles más bellos que nunca se han marcado, uno de dibujos animados. Lo habíamos visto en Evasión o Victoria, una película.
Muchas veces tuvo conductas poco edificantes que erosionaron mucho su figura. Su acierto en esa chilena, sin embargo, debería ser un ejemplo para los niños que deben aprender cosas básicas, una de ellas es que el trabajo es la llave del éxito. Si no la dais con la izquierda, darla mil veces. Si no voláis para rematar un balón, despegad cientos de veces que llegareis. Si no acertáis con la chilena, seguid intentando. Cristiano se hizo inmortal en Turín, ha alcanzado el respeto unánime que no le daban sus récords ni sus goles, precisamente por esta actitud de personaje indomable, por superarse siempre. Siempre creyó en él. Nunca perdió la confianza. Y trabajó para alcanzar el éxito. Esto debe enseñarse en las escuelas de fútbol y de la vida. Este es el legado que deja Cristiano. Por esto, por su admirable perseverancia, sí que es un ejemplo.

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